Ciudad del Vaticano, 13 abr (EFE).- El papa ha escrito un breve libro titulado “Contra la guerra”, que saldrá mañana a la venta, en el que reflexiona sobre el riesgo de ampliación de esa Tercera Guerra Mundial a trozos que anunció al inicio de su pontificado en el que grita ¡alto¡ y pide dejar de alimentarlas con armas para que así cesen los conflictos.
“Hace un año, en mi peregrinación al maltrecho Irak, pude tocar el desastre causado por la guerra, la violencia fratricida y el terrorismo, vi los escombros de las casas y las heridas de los corazones, pero también semillas de esperanza para renacer. Nunca hubiera imaginado entonces que un año después estallaría un conflicto en Europa”, lamenta el pontífice en una anticipación del volumen adelantado por el diario “Corriere della Sera”.
Francisco recuerda que desde el inicio de su pontificado advirtió de que “la Tercera Guerra Mundial, diciendo que ya la estamos viviendo, aunque todavía esté hecha pedazos” pero que ahora “esas piezas se han hecho más y más grandes, soldándose juntas… Tantas guerras están ocurriendo en este momento en el mundo, causando un dolor inmenso, víctimas inocentes, especialmente niños”.
“Estas guerras nos parecían “lejanas. Hasta que, ahora, casi de repente, estalló la guerra cerca de nosotros. Ucrania fue atacada e invadida”, señala.
Y asevera: “Ante las imágenes desgarradoras que vemos todos los días, ante el grito de niños y mujeres, sólo podemos gritar: “¡Alto!”. ¡La guerra no es la solución, la guerra es una locura, la guerra es un monstruo, la guerra es un cáncer que se alimenta a sí mismo y lo engulle todo! Además, la guerra es un sacrilegio, que destruye lo más precioso de nuestra tierra, la vida humana, la inocencia de los pequeños, la belleza de la creación”.
“¡Sí, la guerra es un sacrilegio!”, añade el papa que asegura que “lo que estamos presenciando es otra barbarie más y, lamentablemente, tenemos poca memoria. Sí, porque si tuviéramos memoria, recordaríamos lo que nos decían nuestros abuelos y nuestros padres, y sentiríamos la necesidad de paz como nuestros pulmones necesitan oxígeno”.
Denuncia en su manuscrito que “si tuviéramos memoria no gastaríamos decenas, cientos de miles de millones en rearmarnos, en equiparnos con armas cada vez más sofisticadas, en aumentar el mercado y el tráfico de armas que acaban matando a niños, mujeres, ancianos”.
El papa recordó su viaje en 2019 a Hiroshima y Nagasaki donde denunció que “el uso de la energía atómica para la guerra es inmoral, al igual que la posesión de armas atómicas es inmoral”.”¿Quién hubiera imaginado que menos de tres años después aparecería en Europa el espectro de la guerra nuclear?”, añadió.
“Entonces, paso a paso, nos dirigimos hacia la catástrofe. Pieza a pieza, el mundo corre el riesgo de convertirse en el escenario de una sola Tercera Guerra Mundial. Empezamos como si fuera inevitable. En cambio, debemos repetir con fuerza: ¡no, no es inevitable! ¡No, la guerra no es inevitable!”, añadió.
Señala el papa que “ante las imágenes de muerte que nos llegan desde Ucrania, es difícil tener esperanza” pero que “sin embargo, hay señales de esperanza. Hay millones de personas que no aspiran a la guerra, que no justifican la guerra, sino que piden la paz. Hay millones de jóvenes que nos piden que hagamos todo lo posible y lo imposible para parar la guerra, para parar las guerras”.
El papa reiteró que ha pedido siempre “utilizar el dinero que se emplea en armamento y otros gastos militares para constituir un fondo mundial destinado a acabar definitivamente con el hambre y promover el desarrollo de los países más pobres”.
Y en el libro renovó esta propuesta: “También hoy, especialmente hoy. Porque hay que parar la guerra, porque hay que parar las guerras y sólo pararán si dejamos de “alimentarlas”.
FOTO: El papa Francisco en una imagen de archivo. EFE/EPA/CIRO FUSCO